Tuesday, April 5, 2011

Si yo fuera valiente

Ensayo sobre la obra de teatro La muerte y la doncella
       
          Cada persona de esta obra de teatro tienen opiniones diferentes cuando viene la cuestión de cómo dar justicia y castigar a los criminales de este tiempo.  Roberto Miranda reclama, falsamente, que todos los criminales deben ser matados, pero realmente ojalá que los criminales vayan a ser castigados porque él es un criminal.  Gerardo tiene la opinión de castigar a todos los criminales de una manera justa, pero muestra una vista realística y sabe que no pueden castigarlos a todos y por eso se enfoca en los casos “más graves”.  Y Paulina, vista como una loca al comienzo, fuertemente cree que cada criminal debe ser castigado y si el gobierno no la hace, pues, ella lo haría.  Ella no está contenta con liberarse de ellos y continuar su vida, ella no va a quedarse en el pasado.
Roberto está a favor de dejar el pasado en el pasado, y pretender que estas cosas no han ocurrido.  Roberto reclama que quiere ayudar a personas “A mí me gusta ayudar a la gente” (pg 27) y piensa que los criminales deben ser castigados y matados por lo que han hecho.  “Yo estoy por matar a estos hijos de puta… Hay gente que no merece estar viva” (pg 28).  O, es decir, eso es lo que Roberto Miranda reclama.  Al fin de la historia los lectores descubren que él realmente es uno de estos criminales a los cuales está criticando.  Al completar esta obra y mirar atrás, los lectores saben que todo lo que dijo era falso; era una fachada.  “Pensé: tan importante lo que va a hacer este hombre, lo que este hombre hace por el país… este hombre lo hace por nosotros, por mí, por todos… Lo menos que yo puedo hacer es ir a dejarle el neumático…” (25).  La audiencia puede presumir que este hombre sólo estaba diciendo esas cosas porque él sabe quién es Gerardo y su posición en el gobierno; él quiere establecer una relación buena para garantizar que él no será un sospechoso cuando la Comisión sea más poderosa.  El doctor Miranda realmente no tiene moral.
Pero Gerardo sí tiene moral porque está tratando de castigar a las personas afectadas por las muertes.  Pero sólo quiere castigar y no matar.  Cuando Roberto dijo que estaba por matar a “estos hijos de puta” (28) Gerardo respondió con “Opino que la pena de muerte no resuelve ningún…” (28).  Él tiene moral y no quiere estar en el mismo nivel de los criminales.  Él también cree que cada persona debe tener sus derechos humanos, no importa lo que ellos han hecho en el pasado.  “Aunque este hombre haya cometido los peores crímenes del Universo, tiene derecho a defenderse” (43).  Aquí Gerardo muestra sus valores por no permitir a Paulina matar ni torturar a ese hombre.  Pero su moral sí tiene fin porque él también está a favor de castigar los criminales que han matado a personas pero dejar los casos de tortura y violación porque no son casos graves, por eso afirma:  “`La Comisión investiga casos de muerte o con presunción de muerte` `Sólo casos graves´ … ´Digamos los casos… digamos, irreparables`” (20).  Y allí es dónde Gerardo encuentra un problema con Paulina.
Paulina piensa que todos los criminales y torturadores deben ser castigados y no sólo los que han matado a algunas personas, pero también los que han violado y torturado a otros.   Este es una de los numerosos problemas entre Paulina y Gerardo, pero ese no es el problema más grande e importante de esta obra de teatro.  El problema más grande es que Paulina tiene la opinión de que ella puede tomar la ley en sus manos y forzar confesiones de algunos criminales verdaderos y matarlos porque no merecen estar vivos. Cuando Gerardo dijo “¿No has pensado que podría dar aviso a la policía?” Paulina le responde automáticamente con “No creo.  Tienes demasiada confianza en tus poderes persuasivos… Los dos.  Lo vamos a juzgar, Gerardo. Vamos a juzgar al doctor Miranda. Tú y yo.  ¿O lo va a hacer tu famosa Comisión Investigadora?” (40).  Al leer la última frase, es obvio que Paulina no tiene fe en el gobierno y sus pensamientos sobre la justicia, y el gobierno no los juzgarán, aunque ella piensa que puede hacerlo.  Y claro que Paulina no lo hace de manera que puede ser considerada muy civil.  En esta cita, es obvio por su uso del revólver que ella piensa que la fuerza es la única manera en que puede obtener una confesión.  “´Mientras tú me estés apuntando, no hay conversación posible.` ´Por el contrario, apenas te deje de apuntar, la conversación se acaba´” (pg 38).  Ella toma la ley en sus manos y utiliza fuerza para asegurar que tendrá lo que quiere.
            Con toda sinceridad, yo no sé lo que yo haría si fuera ella.  Pienso que nadie puede saber hasta que ha estado en esta situación pricaria.  Pero, todo lo considerado, yo pienso que me habría gustado hacer algo parecido a lo que Paulina hizo con el doctor Miranda.  Yo pienso que no es justo sólo castigar a los criminales que habían causado casos “graves” o “irreparables”.  Pienso que cada caso debe ser investigado, pero yo sé que aunque algunos casos han sido avisados a la policía, sólo algunos de estos casos van a ser investigados.  Y de estos casos que van a ser investigados, pocos van a ser resueltos, o es decir que casi todos de estos criminales que han torturado o violado a otros no van a ser castigados.  Por eso pienso que me habría gustado hacer algo parecido a lo que Paulina hizo.  Al saber que un hombre que me violó no va a ser castigado, yo querría hacer algo para asegurar que ese hombre va a ser castigado.  Si el hombre estuviera en mi casa, quizás yo haría algo, pero en otro caso, es probable que no.  Yo estoy casi segura que yo sólo avisaría a la policía y aprender a vivir con el hecho de que el hombre aún está libre; como lo que Gerardo dijo, yo trataré de liberarme de los que me violaron; yo querría hacer lo que hizo Paulina pero yo no soy tan valiente.
Bibliografía
            Dorfman, Ariel. La muerte y la doncella. Nueva York: Siete Cuentos Editorial, 2001. Print.

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